martes, marzo 21, 2006

Ayúdelos a ser coherentes




Neva Milicic Sicóloga
No sé si la coherencia es una virtud o una característica de la personalidad, pero sin duda que actuar en forma coherente favorece el sentimiento de bienestar personal y la convivencia social. Se dice que alguien es coherente cuando en su forma de actuar se ve una concordancia entre lo que dice, piensa y hace, y cuando dentro de cada una de estas áreas es posible percibir una unidad con sentido. Por ejemplo, si una persona proclama que cree en la justicia social, no podría ser racista, o bien actuar menospreciando a las personas que conviven con ella. La coherencia se logrará aprender dentro de la familia, a través de las innumerables experiencias compartidas en forma cotidiana con los hijos, en las cuales ellos pueden experimentar en forma vivencial la consistencia entre los mensajes entregados por sus padres y la forma en que ellos actúan. Es en la trama de gestos y acciones cotidianas que se definen las relaciones; un padre ausente podrá tener muy buenas razones para explicar sus ausencias, pero el hijo o la hija percibirán esta falta de cuidado como una falta de amor, y las declaraciones en sentido contrario llevarán al niño o la niña a estados de confusión y a validar la disociación entre el pensar y el actuar como una forma válida de vivir y convivir. La forma en que se van definiendo las relaciones y el rol que cada uno juega permitirá que al final de la adolescencia los hijos y las hijas se hagan una narrativa bastante justa y exacta acerca de quiénes son ellos, cómo son sus padres y cuál fue la relación familiar que tuvieron.Uno de los procesos relacionales más significativos para imprimir coherencia en la formación de la identidad de los hijos es la atención de buena calidad. Esta supone apertura interior y estar plenamente presente en la interacción. Cuando la atención es plena es posible comprender en profundidad qué siente el niño y qué está pensando. Al atender los mensajes que sus hijos les van entregando los padres reconocen, validan y ayudan al niño a poner en palabras su experiencia y así tener contacto consigo mismo. Sólo en un contacto profundo consigo mismo es posible encontrar la coherencia interna necesaria para actuar en forma sólida. Por fragmentada que sea la experiencia de un niño, la presencia continua de los padres le da un hilo conductor que le permite unificar los significados. En las salidas juntos, en la celebración de los cumpleaños, en las vacaciones, en la forma de solucionar los desacuerdos, incluso al comentar una noticia, los padres les transmiten a los hijos el mensaje de cómo privilegian la relación con ellos y los valores que los orientan. La inscripción de todos estos elementos en la memoria autobiográfica de un niño le permitirá una percepción coherente de sí mismo que lo llevará a actuar en forma integrada y predecible para los otros, dos factores que son esenciales para la felicidad personal.