viernes, septiembre 29, 2006

La difícil relación familia-colegio


Desafíos pendientes: La difícil relación familia-colegio

En el plano ideal, padres y profesores están de acuerdo: anhelan la mejor formación para los niños, pero en el plano real es donde comienzan los desencuentros. Mientras los primeros quieren que los profesores sean los segundos papás de los niños, éstos señalan que se delega demasiado en ellos, y si el escolar tiene dificultades surge la crisis: en vez de aliarse, se culpan unos a otros sin buscar soluciones. "Cuando eso sucede lógicamente se deteriora la relación, y el que sale perdiendo es el niño".
Texto: Neva Milicic y Maritza Rivera
*LA DESTACADA sicóloga Shelley Taylor, profesora de la Universidad de California en Los Angeles, plantea que la base genética con que nace un niño es su primer bosquejo de arquitectura y sobre éste nace toda la socialización, en la cual la familia tiene el primer lugar. La otra institución más importante es el colegio, porque implica la salida del niño al mundo exterior.La relación familia-escuela, sin embargo, se da en la actualidad desde un polo ideal y un polo real. En el primero, hay creencias de los padres en torno a cuál es el rol de la escuela y cuál sería el perfil de un buen profesor. Al mismo tiempo existen expectativas y creencias de los profesores respecto de cuál sería su propio rol y el de la familia en la educación de los niños.
Aquí hay consensos importantes, pero es en el polo real donde se inician los desencuentros.
Muchas veces los padres cometen varias equivocaciones en relación con la escuela. Por ejemplo, algunos creen, especialmente a nivel popular, que la letra con sangre entra, y cuando reciben comunicaciones del colegio porque el niño no está rindiendo lo suficiente, le pegan o lo castigan, con lo cual el niño asocia aprendizaje con castigo y el resultado paradójicamente es peor. Y en los sectores más acomodados suele suceder que los padres se sienten evaluados según cómo les vaya a sus niños en el colegio. Tienden a pensar que si al niño le va mal es culpa del padre, entonces hay mucha ansiedad.
TIPOS DE PADRES
Según la percepción de ellos mismos, existirían tres tipos de padres: el más participativo, que corresponde a aquel que por iniciativa está permanentemente en el colegio y lo disfruta a pesar de su trabajo y sus quehaceres. El siguiente grupo corresponde a los apoderados desconocidos, algunos ausentes a causa de su trabajo, o bien porque no se interesan, y el tercero a los que se limitan a cumplir con las reuniones, pero se retiran antes de que concluyan. Los participativos suelen acercarse por su propia iniciativa a los profesores para saber cómo progresa el aprendizaje de sus hijos, colaboran en las actividades escolares, y eso los hace más cercanos de los docentes, de modo que en las oportunidades en que sus hijos han tenido problemas, ya sea en lo académico o en lo conductual, ya existe un nexo. Estos padres pueden tener hijos con dificultades, pero están en sintonía con el colegio, lo que significa que se han tomado medidas coherentes con el niño, los padres y el colegio y que todos están hablando el mismo lenguaje.En general, los otros padres opinan que a los participativos les gusta mucho el colegio, que no tienen nada que hacer, al contrario de ellos que estan muy ocupados. Pero si uno piensa en un curso tipo, son muy pocas las madres que se dedican sólo a los hijos - realmente una minoría- , entonces esta percepción no sería tan real. Lo central es que son apoderados que sienten que es importante respaldar a sus hijos en el colegio. Quizás una de las fallas más comunes es no propiciar un espacio de conexión con el colegio dentro del hogar. Los niños tienden a cortar estos dos ambientes y no se da un espacio para el colegio en la conversación. Más que sobre una tarea, es importante hablar con los hijos sobre qué aprendieron, con quién jugaron. Otro aspecto fundamental tiene que ver con el tipo de relación que padres y profesores establecen con el niño. Para el papá, su hijo es único, pero para el profesor es uno entre cuarenta alumnos. Más aún, se trata de un lazo transitorio, de uno o dos años, en que como profesional tiene que cumplir ciertos logros. La de los padres, en cambio, es una unión única, a largo plazo, en que hay una carga afectiva distinta. A menudo los padres no consideran esas diferencias y esperan que los profesores sean los segundos padres de sus niños; incluso hablan del colegio como del segundo hogar de sus hijos, puesto que allí pasan la mayor parte del tiempo. A lo anterior se agrega un segundo componente: la relación entre padre y profesor no es uno a uno, sino un lazo triangular, ya que se da a propósito de otro, en que además ese otro significa algo completamente diferente para ambos. Muchas veces los padres dicen 'este profesor pareciera que no conoce a mi hijo', y efectivamente no puede conocerlo con la misma intensidad. Pero sí puede ser mucho más objetivo, porque tiene una mirada más lejana. Los apoderados resienten esta mirada tan distante y objetiva (y muchas veces muy centrada en lo negativo), pero son ellos quienes tienen que aprender a mostrarle al docente el lado bueno de sus hijos.
BUEN O MAL PROFESOR
Tienen percepciones claras sobre cuándo consideran un buen o mal profesor, y una variable para calificarlo tiene que ver con la edad. Desconfían de un docente ya entrado en años que lleva demasiado tiempo en la profesión. No tiene paciencia, está cansado, dicen. Pero también desconfían de alguien muy joven. Puede ser inexperto, sin carácter, sin manejo de grupo. Además, se fijan mucho en cómo tratan a su hijo, si hay un cariño que parece auténtico, si el trato es tirante o demasiado autoritario. Quieren un profesor que tenga paciencia, mucha paciencia... pero ¡mucha paciencia! y en eso vemos un enigma: ¿Tanta paciencia como la que ellos no tienen con sus hijos o tanta como la que sí tienen con sus hijos? Y también se dan angustias de las madres en relación con eso, que vayan a aceptar al niño con sus dificultades y defectos tanto como se los acepta ella, y que lo quieran mucho. La falta de tiempo es otro de los ejes cruciales de la relación. Aparece como queja de padres y profesores, pero al mismo tiempo es consenso de ambos que ninguno tiene tiempo suficiente. Los primeros concretamente se quejan de que a los niños les dan demasiadas tareas, y que ellos llegan a su casa a una hora en que lo único que quieren es encontrarse afectivamente con sus hijos, y no con obligaciones escolares.Y los segundos, por su lado, lamentan que el hogar no esté entregando valores, y dicen que eso les ocupa mucho tiempo y actividad. De los progenitores esperan que complementen su labor en la casa, refuercen y estimulen a los niños en tareas académicas. Aparecen entonces los puntos de desencuentros, que se dan por las diferencias en las expectativas de ambos: mientras los educadores sienten que se delega demasiado en ellos, los papás se quejan de que les comunican las dificultades de sus hijos cuando éstas son muy graves, que en el colegio son poco observadores y acompañantes del proceso de los niños.
LOS GRANDES OBSTÁCULOS
Frente a las dificultades aparece entonces el primer problema: se culpan unos a otros sin buscar soluciones, en lo que llamamos la atribución cruzada de culpas. La relación familia-escuela funciona muy bien cuando al niño le va bien en el colegio, y no tiene problemas de aprendizaje o déficit atencional, pero resulta que hay un 20% de niños que tiene dificultades en el desarrollo, y otro porcentaje que también posee problemas emocionales o familiares. Ahí es cuando empieza a buscarse al responsable. El colegio dice: La culpa es de los padres, porque no se preocuparon de estimularlos, no les ponen normas. Los papás dicen: La responsabilidad de los profesores es enseñar, entonces por qué me piden que yo haga cosas que deberían hacer ellos. En vez de buscar aliarse - por eso hablamos de alianza familia-colegio- , entramos a culparnos. Cuando eso sucede lógicamente se deteriora la relación, y el que sale perdiendo es el niño. En esta atribución cruzada de culpas la gente se empantana, cuando lo más probable es que haya problemas del niño, del sistema, de la casa, y lo que tenemos que ver es qué hacemos para salir del estado en que estamos.Es posible que haya responsabilidades mutuas, pero hay que tener mucho cuidado con lo que se les dice a los padres porque el profesor es el profesional, y ése es el primer punto de partida. Si le plantea al apoderado 'nunca había tenido un caso como éste', estamos en problemas. ¡Ningún niño es un caso! Lo que sí podría suceder es que el hijo está teniendo problemas que él no sabe cómo manejar.El rol del profesor es fortalecer a los padres en su rol, no debilitarlos ni asustarlos. Ser docente también es una función difícil, entonces ambos deben tener empatía mutua. Los papás deben tener cuidado en desautorizar a un profesor, porque cuando sucede eso, se desligitima como autoridad dentro de la sala, y resulta difícil que le enseñe al niño. Lo mismo sucede al revés. La relación entre ambos tiene que ser cuidadosa y preocupada, con conciencia de que existe una tarea común, que es formar el mejor niño posible.El profesor debe intentar reconocer lo positivo y dentro de ese entorno poder decir 'esto habría que cambiarlo, busquemos cómo hacerlo', y la familia también tiene que estar presente. Cuando establecen una buena alianza, el rendimiento de los niños mejora significativamente, al igual que la adaptación social.También el colegio debe trabajar en el fortalecemiento de la familia. Si, por ejemplo, se observa que hay casos de maltrato, se puede buscar un especialista que haga una charla sobre el tema, y así cuando se llame al padre para hablar del problema concreto, el marco teórico ya estará puesto.Sería además importante definir un concepto nuevo llamado apego escolar que revela qué hace que los niños se apeguen a ciertos colegios y a otros no. En general ese apego está dado por la proximidad afectiva, la actitud empática de los profesores, por la calidad de las actividades extraprogramáticas, las relaciones en que los niños no se sienten evaluados, en la percepción del colegio como espacio de encuentro. Hay instituciones que favorecen el sentimiento de pertenencia y otras que tienen una actitud más rechazante. Es igual que en el apego madre e hijo. Las madres que establecen un buen vínculo son aquellas que los niños tienden a sentir más cercanas y próximas, y aquí un tema central es la disponibilidad a ayudar cuando se está en dificultades.Los anhelos de padres y profesores sobre el futuro del niño son muy similares. En los estratos sociales bajos, hay un sueño de movilidad social compartido; en los más altos, hay un sueño de mantener un estándar y por otra parte de autorrealización; algo común a todos los grupos socioeconómicos.
Profesores y padres, hablen, encuéntrense. En ambos hay una rigidez, como en toda relación, pero también existe un anhelo importante por mejorar la situación comunicacional de la familia y el colegio. En eso el consenso es absoluto.
* Neva Milicic es sicóloga, columnista de Revista Ya y autora del libro 'Cuánto y cómo los quiero'. Maritza Rivera es sicóloga y autora de "Alianza Familia-Escuela".

Neva Milicic y Maritza Rivera.

jueves, septiembre 14, 2006

Ser buenos padres ...


Cada mañana, los papás se despiertan preguntándose cómo educar a sus hijos. Si usted es uno de ellos, lea las seis propuestas de distintos expertos norteamericanos.

Saber cuándo dejar ir
“La principal labor como padres es ir haciéndonos prescindibles. Por lo tanto, debemos animar a nuestros hijos a hacer cosas por sí mismos; a resolver solos sus problemas; y a creer en sus habilidades.Pese a ello, en pro de la eficiencia, los padres tendemos a hacer cosas que nuestros hijos podrían hacer por sí solos; o en nuestro afán por evitarles molestias, los “rescatamos” en vez de dejarlos aprender de sus propios errores. Es mucho más importante enseñarles a considerar las consecuencias de sus acciones que tratar de protegerlos. Supongamos, por ejemplo, que un niño deja su bicicleta en la calle. Lo más tentador es entrarla uno mismo a la casa; pero es mucho más inteligente ayudarle a pensar en las posibles consecuencias preguntándole qué cree que pasará si deja la bicicleta afuera. Lo más probable es que una vez que piense en ello, decida que lo mejor es entrar la bicicleta”.Jane Nelsen, Ed. D., terapeuta familiar y autora de 12 libros de paternidad, incluyendo la serie “Disciplina positiva”.

Tener un buen matrimonio
“Los niños se ven afectados por la relación de sus padres de muchas maneras. Las investigaciones han demostrado que los matrimonios que se aman son mejores padres: tienen más paciencia y están más atentos a las necesidades de los niños. Los matrimonios infelices, en cambio, son más torpes para lidiar con sus hijos, inconsistentes y a veces más duros en la forma de educar. El tipo de matrimonio afecta las relaciones futuras de los hijos. Cuando los niños ven que sus padres interactúan respetuosamente, descubren que el respeto es el primer paso para relacionarse con los demás; cuando ven la forma en que resuelven sus problemas, aprenden a solucionar sus conflictos; cuando ven que se besan, se sienten acogidos y seguros”. John Gottman, Ph.D., vicepresidente del Instituto de Investigaciones de Matrimonio y Familia en Seattle.

Saber cómo decir no
“Muchos padres piensan que es duro ser firme con los niños. No pueden fijar reglas; amenazan pero no cumplen. Y no captan que eso trae serias consecuencias… “No hay televisión por una semana”, dice una madre a su hijo en la mañana, para hacer una excepción esa misma noche. Si nosotros renunciamos a nuestra autoridad, le estamos haciendo un flaco favor a nuestros hijos.Cuando ellos son chicos, buscan reglas claras, no elásticas. Pero cuando son adolescentes, los que no ven a sus padres como una autoridad buscan en otra parte un código de conducta. Gene-ralmente lo encuentran en la “segunda familia”: el poder colectivo de sus pa-res y de la cultura pop. En ese mundo, los niños pueden actuar de forma no-civa y arriesgada.La mejor manera de proteger a los niños de estas influencias externas es que los padres usen su autoridad con asertividad, consistencia y convicción, desde que ellos son pequeños. A veces puede ser difícil e incluso confuso: sospechamos de la excesiva severidad al ver el escaso efecto que ésta produce en algunos niños; y por otro lado, dudamos si mostrarnos comprensivos por miedo a crear niños mimados e irrespetuosos.¿Cuál es la respuesta? Lograr un equilibrio… Por un lado, ser empáticos y un apoyo en el camino de su vida, y por otro, ser claros y firmes en cuanto a ciertos códigos de comportamiento”. Ron Taffel, Ph.D., terapeuta y autor de “La segunda familia: Cómo el poder adolescente desafía a la familia americana”.

Tener tiempo para hacer cosas entretenidas
“Los buenos padres son juguetones y recuerdan lo importante que es entretenerse con sus hijos. Eso significa compartir el mundo de los niños siendo parte de sus juegos.Los juegos son una increíble forma de transmitir cariño, ha-bilidades, capacidad de soñar y de trabajar en equipo. Los juegos son también una forma de recuperarse de los malos ratos y de echar a volar la imaginación. Cuando nos involucramos con el mundo de los niños, nos damos cuenta de que tenemos más energía, nos sentimos mejor acerca de nosotros mismos y de nuestros hijos y nos damos cuenta que es la mejor manera de forjar una relación profunda con ellos”.Lawrence Cohen, Ph.D., psicólogo clínico y autor de “Payful Parenting”.

Ser un gran modelo de vida
“Todos los padres quieren ver a sus hijos (ya crecidos) como personas responsables, buenas y de confianza. Pero enseñar valores no es lo mismo que enseñar a un niño a nadar. Ansiosos por instrucciones, los padres suelen preguntarme: “¿Servirá si llevo a mi hijo a misa?, ¿o si le leo historias sobre temas morales?, ¿o si lo comprometo en una comunidad de servicio?” Yo les digo que eso puede ayudar, pero la clave para criar a un hijo con carácter es ser uno mismo una persona con carácter.La mejor manera de inculcar valores es ser un modelo fuerte y presente. Una vida entera entre adultos generosos forma personas generosas; una niñez en que las cosas materiales no son tan importantes forja adultos desprendidos; los padres que demuestran sensibilidad y preocupación por sus hijos inculcan en ellos la capacidad de empatizar y de ser caritativos con los que lo rodean.Los valores no nacen de un libro de texto o de discusiones abstractas; los niños los aprenden mucho antes de que sepan leer o discutir. Los valores se aprenden en las interacciones del día a día. Si un niño quiere y respeta tu persona y tus valores, va a querer hacerlos propios”.Elizabeth Berger, psiquiatra de niños y adolescentes, autora de “Criando a los niños con carácter”.

Manifestar amor eterno por los hijos
“Demostrarle amor eterno a un hijo es el alma de lo que es un buen padre. Afortunadamente, forma parte de la naturaleza...Mostramos amor a través del afecto: sofocarlos a besos u ofrecer una sonrisa son formas silenciosas de decir “te quiero”. También lo es la comprensión de sus necesidades en cada etapa de la vida: para un infante, seguridad; para un pequeño, ánimo; para un escolar, inspiración en las lecciones de su vida; y para un adolescente, tiempo y juicio en los consejos.Pero sobre todo, el amor se expresa siendo padres firmes, estables, confiables y presentes en la vida del niño, lo que implica no sólo calidad, sino gran cantidad de dedicación y de tiempo. Implica crear rituales familiares y disfrutar de los momentos de paz. Es por ello que no hay habilidad ni aptitud que supla la condición fundamental de un buen padre: estar, pero estar atentos y comprometidos”.William Doherty, Ph.D., director del “Programa de Terapia Matrimonial y Familiar” de la Universidad de Minnesota.

miércoles, septiembre 13, 2006

Crueldad infantil y juvenil


La herida que provoca la crueldad de un niño sobre otro no se ve, pero es tan honda que deja huellas. Al agresor hay que educarlo: ponerlo en el lugar de la víctima es un camino.

Muchos más niños de los que uno imagina sufren por la crueldad de sus compañeros de curso. Más triste aún: la crueldad también se da entre hermanos. Se trata de un fenómeno que aparece generalmente entre los 7 y 12 años. Por una parte, el niño agresor se atreve a más afrentas porque disminuye su miedo a la autoridad adulta y capta cómo herir “dando en el clavo”.
Paralelamente, no entiende el universo interno de los sentimientos, pues vive más hacia afuera que hacia adentro. De ahí el comportamiento insensible ante el otro. El niño víctima generalmente se queda paralizado y mudo, lo que incentiva al cruel, pues para que el agresor sea consciente del daño requiere ver el efecto concreto, como dolor o llanto.

Además de herir, muchos niños crueles mienten, copian o roban sin pensar en lo malo que eso significa, pues aún no captan en profundidad valores abstractos que hay detrás: daño al sentido de confianza entre las personas. Pero esto nunca se debe dejar pasar, ni menos aceptar aludiendo el cómodo “son cosas de la edad”, ya que estas actitudes no se pasan solas, como tampoco se borra así no más el daño que se produce en el afectado.
“Ojo por ojo...”
No existe forma más clara de resumir y entender el concepto de justicia y moral que tienen los niños de esta edad que con la Ley del Talión. “Le pegué un combo porque él me había pegado a mí uno igual”. El niño se siente con derecho a llegar y pagar con la misma moneda, ni siquiera considera oportuno acusar, porque se ha roto un acuerdo implícito y cree que sólo es posible reestablecerlo al pagar con el mismo daño.

Si en la etapa anterior, la justicia, el bien y el mal estaban determinados por lo que establecía la autoridad, ahora son ellos mismos quienes creen tener clarísimos los derechos de cada uno y la justicia se circunscribe a establecer acuerdos y negocios delimitados que no pueden ser transgredidos. “Yo te convido porque tú me invitaste”. Un niño de esta edad nunca deja pasar algo y no necesita a la mamá para que actúe como juez o autoridad suprema dirimiendo el asunto, porque el arma de defensa está a la mano: la revancha.

Es importante que los padres no alienten la venganza -“pégale para que aprenda”-, sino que expliquen que la violencia y la burla no solucionan, sino agudizan el problema, entre otras cosas porque no le permiten al niño “víctima” exteriorizar sus sentimientos de pena, sino que lo llevan al terreno del matón donde seguro perderá y sufrirá otra vez, impidiendo una salida conversada o más amigable.

Intención de herir
Hombres y mujeres pueden ser igualmente crueles en esta etapa del desarrollo cognitivo y moral. Especialmente aquellos niños impulsivos que hieren porque no miden lo que dicen o hacen, sino que simplemente expresan su rabia, descontento o envidia.

Por mucho que la crueldad sea un fenómeno más o menos esperable no es bueno, y habrá que estar atento a las distintas situaciones que la incentivan, tales como un ambiente competitivo. A veces será cruel para hacerse el divertido y llamar la atención. Otras será simplemente destacar los defectos del otro y hacérselos saber con pesadez, como ocurre a menudo: “Por tu culpa perdimos, eres el peor del curso para el fútbol”.

También existe una crueldad egoísta que suele darse aliada a la incapacidad de ponerse en el lugar del otro, lo que también se traduce en destacar la diferencia. Así, un grupo de cinco compañeras conversa de lo bien que lo pasaron en un panorama al que una de ellas no asistió o se muestran las tenidas nuevas y le preguntan a la amiga que vino con lo mismo que el año anterior por qué no tiene un vestido nuevo, o bien, comparan las notan y descalifican a la peor.
También existe la crueldad para manipular, que busca alcanzar un objetivo determinado, generalmente a corto plazo. “Voy a convidar a todo el curso a mi cumpleaños, menos a ti porque tú no me quieres dar de tu colación”.

La crueldad no es normal
Muchos niños que son recurrentemente crueles porque detrás de ese actuar o decir se está reflejando un problema más profundo y difícil de detectar:

· Egocentrismo: niños a quienes nunca se les ha pedido ponerse en el lugar del otro y posponer lo propio.
· Baja autoestima: niños que necesitan achatar al resto para subir ellos, tal como ocurre a menudo entre los adultos. “No tiene gracia que seas bueno para el tenis, si juegas todos los fines de semana”.
· Celos o envidia: niños que rebuscan hasta encontrar defectos ajenos por envidia de no tener las cualidades del otro. Esto se da a menudo entre hermanos cuando uno es muy destacado y el otro “debe respirar por la herida”. Es clásico el ejemplo en que la hermana menor es muy aplicada y la mayor se encarga de decirle que es una aburrida.

Reflejo de la casa
No existe padre o madre que quede indiferente cuando a un hijo suyo se le ve destrozado a causa de la pachotada que ha recibido, sea de sus compañeros o de sus hermanos.
Preferible es ver un moretón producto de una pelea que imaginar el dolor en el alma, la mayoría de las veces oculto.

Para qué decir en el caso de la madre del niño cruel. Nadie quisiera ocupar ese lugar, porque, si bien hay niños que nacen más impulsivos y tienen menos capacidad para medir las consecuencias de su actuación, la generosidad, la envidia, el afán competitivo y la comprensión, entre otros, son valores y defectos que se aprenden en la casa y que, querámoslo o no, hablan por sí solos del ambiente familiar.

Una y otra situación no se pueden dejar pasar, la primera porque el daño acumulativo y silencioso terminará por destruir psicológicamente a la víctima; la segunda, porque el niño debe tomar conciencia de que ha producido un daño moral gravísimo en el otro, aunque no haya huellas físicas que le permitan comprenderlo más fácilmente. Además, ha dado pésimo testimonio público de su familia.

El cruel es un débil
Para ayudar al agredido, será necesario mostrarle lo malo de esa conducta cruel y aclararle que eso que él identifica como fortaleza, es pura debilidad, ya que su agresión es el arma que utiliza para llamar la atención o para lograr algo que no puede de otro modo. Pero hay que tener cuidado de no condenar al agresor, sino el acto que cometió, porque de lo contrario estaríamos respondiendo con lo mismo.

Con el niño cruel se requiere de un trabajo minucioso que comienza desde los tres años aproximadamente: se trata de educar en la empatía, hacerles tomar conciencia de que efectivamente existen sentimientos para así poder fomentar los buenos y frenar los malos.

· Mostrar la existencia de sentimientos ajenos que se deben respetar, como por ejemplo, “tu hermano menor se entristece cuando no quieres jugar con él”, “la mamá se pondrá tan contenta porque te has comido esto que ella te había preparado con cariño”.
· Los padres deben comprender los sentimientos de los niños, lo que no significa aceptarlos, pero sí saber que el hijo es rabioso, competitivo, etc.
· Incentivar a los niños a sentirse semejantes a los demás, porque mientras más cercanos se sientan a quienes le rodean, más empatía podrán experimentar hacia ellos.

Sólo si el niño sabe de la existencia de la envidia, la pena, el cariño, la generosidad y los celos, estará preparado para dominarlos en vez de manifestarlos como crueldad o posteriormente como pelambre. En esto no cabe la disculpa de algunos padres cuando dicen que el niño es impulsivo y por eso es cruel. La impulsividad puede ser encausada para decir lo bueno de los otros o para ser excesivamente cariñoso y alegre. Por su parte, un niño más callado y reflexivo tampoco está a salvo porque en su silencio puede alimentar la competitividad o la envidia profunda, que luego se expresarán como crueldad fina y dolorosa.

OJO
· La crueldad no pasa sola, como tampoco el daño al afectado. Los padres deben intervenir.
· Castigar al cruel no es la solución definitiva. Lo mejor es hacerlo ponerse en el lugar del otro con ejemplos bien concretos: “¿te gustaría que te dijeran la ballena del curso?”
· Alentar la revancha aumenta la violencia y lleva la situación al terreno del cruel donde la víctima seguro saldrá perdiendo y además no podrá decir lo que siente.
· Los niños son concretos: reaccionan si ven y palpan el daño que causan.
· Conversar con el agredido, hacer ver que el cruel es débil, que sufre de celos o envidia.
· Al agresor educarlo en la expresión de sus emociones. Si tiene rabia, dolor, celos o pena, incentivarlo a que los exprese conversando o a través de un juego como la actuación.
· Cada vez que el cruel sea tolerante, generoso y cariñoso, premiarlo.

martes, septiembre 12, 2006

El "matoneo" en las aulas ... un tema que nos preocupa.


El CEPAD comparte este artículo del diario EL TIEMPO de Bogotá-Colombia, por considerarlo de gran interés para nuestra comunidad educacional.
Septiembre 9 de 2006

El matoneo se toma las aulas

Foto: Claudia Rubio-EL TIEMPO

Agresiones físicas también se dan entre niñas, pero la más común es el chisme.

Apodos, chismes, insultos, exclusión del grupo y golpes morfican a estudiantes que son blanco de sus compañeros. Racha de suicidios puede deberse a ello.

Doce años. Ese fue el tiempo que resistió Carlos Pedraza los malos tratos de compañeros de colegio. Su pesadilla terminó el día en que cambió por cloro las gotas para los ojos que usaba su agresor.

Intimidación, matoneo, bullying, maltrato entre iguales,acoso escolar, con diferentes nombres denominan psicólogos de E.U., Canadá, España y Colombia este fenómeno que los tiene en alerta por la racha de suicidios de adolescentes (64 casos de suicidios de menores en el país de enero a mayo) y porque aflige al 15 por ciento de la población escolar, según cálculos del mayor experto en este tema, el noruego Dan Olweus.

"No es solo que un estudiante se la monte a otro. Es ese comportamiento agresivo e intencional que se da repetidamente y a lo largo del tiempo", explica la psicóloga Olga Lucía Hoyos, directora del Departamento de Psicología de la Universidad del Norte.

No es algo nuevo, pero ahora, según pedagogos y psicólogos, se ha intensificado y es más grueso el calibre de las bromas. "Se da porque la violencia se convirtió en la forma predominante de relacionarse y en el medio para conseguir algo, y no tiene límite", señala la psicóloga Sara Llanos, quien trabaja en el tema desde hace 10 años.

Y agrega que los estudiantes van al colegio a relacionarse con los demás, pero las instituciones educativas no les enseñan a hacerlo.

Arma silenciosa

Cuando Carlos entró al colegio (privado, mixto y bilingüe) tenía 4 años y desde entonces lo saboteaban porque era pequeño y flaco. "Las chanzas comenzaron a acentuarse. Y en segundo de primaria empecé a darme cuenta de eso. Me daban coscorrones duros, golpes en la espalda, empujones, me tiraban papeles y cuando jugábamos fútbol eran más agresivos conmigo".

Todo lo aguantó en silencio porque le daba vergüenza contarles a sus padres. Además, no quería que le pasara lo mismo que a José, ese compañero que también era intimidado y que por decirles a sus padres terminó siendo la "nenita" del salón, como lo llamaban los 'matones'. Solo hablaba con sus pocos amigos.

Carlos recordó esos momentos después de leer en EL TIEMPO una columna de Daniel Samper sobre el tema. No fue el único, otros adultos que de niños fueron maltratados también lo hicieron, y padres de familia y psicólogos manifestaron su angustia por esta situación.

La psicóloga Hoyos y el doctor en educación Enrique Chaux, por ejemplo, mostraron los resultados de estudios que vienen desarrollando por separado.

Ella, con un grupo de colegas, realizó en el 2004 y en el 2005 dos investigaciones. Para la primera encuestó a 332 alumnos de sexto a noveno grado de tres colegios de Barranquilla (oficiales y semioficiales) y para la segunda (resultados que hasta hoy no se habían divulgado) a 353 alumnos de un colegio privado de Cartagena. Además, en el 2003, entrevistó a 80 niños de 9 a 13 años de diferentes estratos sociales para conocer qué sabían sobre el tema.
Los hallazgos
De las respuestas de los niños se infiere que la edad a la que hay que ponerle el ojo son los 12 años, pues es cuando se ve la mayor incidencia de agresiones. Entre los 13 y 14 años la situación es pareja y a los 15 y 16 disminuye.

Por eso mismo, los grados más propensos a esta violencia son sexto, séptimo y octavo. Y sucede, especialmente, en el salón de clase, el patio, los baños y el bus.

El maltrato verbal es el más común y al que más miedo le tienen los escolares. El principal es el apodo, seguido por el chisme y los insultos. También hay agresiones físicas y de exclusión.
A Carlos el apodo de 'Fosforito' (porque según sus compañeros era cabezón) y el que le botaran sus libros por el piso era lo que más le ofendía.

A las niñas de un colegio privado de Bogotá las tenía aterrorizadas un juego llamado 'El gallo de los siete penes' (que ellas no lograron entender) porque eran objeto de gestos obscenos. Y los estudiantes de primaria de un colegio público tienen que aguantarse las ganas de ir al baño porque los de bachillerato les cobran 1.000 pesos para entrar.

"También hemos encontrado que la intimidación se está dando por Internet -cuenta Chaux-. Mandan mensajes encubiertos o publican fotos en páginas web. Pasa en todos los estratos sociales".

No es cosa de niños
Desde hace tres años Chaux investiga el tema con psicólogos de la Universidad de Los Andes. Han realizado cinco estudios en colegios públicos y privados, en todos los estratos y, principalmente, en primaria.

En dos meses tendrá el estudio más grande realizado en Bogotá: 88 mil alumnos de todos los estratos, de quinto a noveno grado, fueron encuestados. La Secretaría de Gobierno pidió el ejercicio y el Dane aplicó los cuestionarios. "Con este estudio esperamos corroborar toda esta información. Pero desde ya sabemos que no es un fenómeno inocente ni se debe creer que es cosa de niños. Afecta de forma grave. Las víctimas pueden caer en una fuerte depresión con riesgo de suicidio. También pueden decidir vengarse y es cuando ocurren matanzas como las vistas en colegios de E.U."

En el caso de los agresores, los estudios muestran que están en alto riesgo de vincularse a pandillas y grupos delicuenciales. Incluso, los testigos también se ven afectados.

Carlos es del grupo de los que decidió hacer 'justicia' por su mano. En noveno grado, cuando tenía 16 años, unió fuerzas con otra víctima en vista de que el director de clase, a quien contaron su problema, no los defendió. Entre los dos cambiaron el contenido de las gotas.

"No está bien, pero en gran parte es responsabilidad de los maestros que no saben manejar los grupos de estudiantes".


La víctima

  1. Tiene baja autoestima y es muy tímida.
  2. Es de pocos amigos y por eso mantiene muy sola.
  3. Tiene pocas habilidades comunicativas y sociales. Por ello calla sus sentimientos.
  4. Puede ser buena estudiante.
  5. Algo la distingue de los demás: usa gafas, es muy alta o muy baja, flaca o gorda.

El agresor

  1. Es popular por ser buen estudiante, deportista o incluso por tener el peor desempeño.
  2. Es más alto o más fuerte que sus víctimas.
  3. Tiene manejo psicológico para intimidar.
  4. No necesariamente viene de familias con problemas.
  5. Tiene dificultades para relacionarse con los demás.

Qué hacer

Profesores: entender que deben formar y manejar la inteligencia emocional de sus estudiantes y la propia. No tolerar agresiones. También que su intervención en los conflictos entre estudiantes no debe ser solo para castigar al agresor sino para entender qué está pasando y darle atención a él, a la víctima y al testigo.


Colegios: establecer las debilidades de sus normas y abrir espacios para que los alumnos aprendan a socializar y a resolver sus conflictos.


Testigo: no celebrar las acciones de los agresores y frenarlas.


Padres: tienen que entender que es más importante saber cómo está emocionalmente su hijo y no qué aprendió. También que deben dar reglas claras para que el tiempo que invierten discutiéndolas lo aprovechen conociéndolo y enseñándole a manejar las emociones.


Tiene cinco etapas según experta: La pedagoga Nora Rodríguez es uno de los profesionales que más ha investigado el tema en España.


¿Usted habla de cinco fases del bullying. ¿Cuáles son?


Pimera: el acoso es sutil y parece un juego. Segunda: el grupo se da cuenta y suele ponerse en contra del afectado. Tercera: la víctima se siente culpable. Cuarta: el niño ya está dominado hasta con la mirada del otro. Quinta: la situación se vuelve extrema, la víctima puede atentar contra ella o contra su agresor.


¿Cómo identificar a un niño víctima y a uno acosador?
El afectado tiene el síndrome del domingo a las 7 p.m.: no quiere ir al colegio y somatiza. Siente dolor de estómago, fiebre, vómito o diarrea. Hay extremos como los problemas alimenticios (anorexia o bulimia), pesadillas, insomnio, caída del pelo, no puede controlar sus esfínteres.
Un niño acosador disfruta de la violencia, la justifica y le gusta inspirar miedo.


Niñas crueles
"A mi mejor amiga y a mí nos molestan desde hace cuatro años. Estábamos en séptimo cuando todo comenzó. Creímos que podíamos controlarlas porque eran solo dos niñas, pero la situación empeoró porque después eran cinco: nos armaban chismes, nos decían groserías y nos esperaban a la salida para tirarnos piedritas y hacernos encerrona.
Mis papás hablaron con las directivas. Las niñas firmaron un pacto para no volvernos a molestar y fue peor porque nos amenazaron. Acabo de retirarme del colegio (estoy en décimo) y mi amiga no quiere volver a estudiar. Ellas siguen estudiando sin problema".


Violencia en los colegios
"Las dos pruebas de competencias ciudadanas (alumnos de quinto y noveno grado) dejan ver que hay un alto grado de agresión".


Rosario Jaramillo, Competencias Ciudadanas de Mineducación.
ÁNGELA CONSTANZA JEREZSONIA LÓPEZ ORTIZREDACCIÓN DE EL TIEMPO

jueves, septiembre 07, 2006

¿ Puede el Estado desautorizar a los padres ?


Nueva polémica por píldora del día después.
Un fuerte debate generó el anuncio del Ministerio de Salud que permite a los jóvenes mayores de catorce años acceder al método anticonceptivo. ¡Además, la autorización de los padres ya no es necesaria!

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera adolescentes a todos aquellos que tengan entre diez y 19 años de edad. Pero en nuestro país, a contar de ahora, los mayores de catorce pueden acercarse a un médico, sin necesidad de preguntarles a sus padres, para solicitar gratuitamente en el sistema de salud público, algún tipo de anticonceptivo. Entre ellos la píldora del día después.

La ministra de Salud, María Soledad Barría, indicó que "la píldora del día después puede ser utilizada como mecanismo de emergencia. No es un mecanismo habitual de regulación de la fecundidad, sino que uno de emergencia para cuando hayan fallado los métodos habituales".

Mecanismos habituales de anticoncepción que quedaron establecidos en las normas de regulación de la fertilidad elaborada por el Ministerio de Salud.


¿ Donde están los padres ?


¿Dónde están los padres?

Floreal Recabarren
El Centro de Estudios Públicos (CEP) dio a conocer los resultados de la encuesta sobre la calidad de la educación nacional. El resultado es desastroso. La calificación alcanzó apenas a un 4,5. En 2003 el resultado fue 4,8. Al criterio de la gente la situación ha empeorado.

Lo más dramático es que el profesorado resultó muy mal parado, porque un 43% sostiene que "no están actualizados en las materias que enseñan". De allí se deriva que un 94% apoya la evaluación de los docentes y en concordancia con esta situación resuelve que los sueldos deben estar de acuerdo con sus méritos, la calidad de su desempeño, antecedentes que debe llevar a la reflexión a todos aquellos que se niegan la evaluación y al partido político que los estimula.

Así el mal desempeño de los profesores es estimado como una de las causas de la mala calidad de la educación. Junto a esta realidad los encuestados opinan que también inciden en este resultado, la falta de disciplina que impera en los colegios. Así lo considera el 68%.

Lamentablemente la encuesta no midió el aporte que hacen los padres en el complejo proceso de educar. Faltó la pregunta: ¿Cree usted que también los padres influyen en los resultados de la educación?

Y si piensa así ¿cree usted que hoy lo hacen positiva o negativamente?. Preguntas válidas porque no hay dudas que los actores que educan son los profesores y también los padres. Son directamente responsables.

La flojera, la irresponsabilidad, el desorden y otras deficiencias de los estudiantes, es una contribución que gratuitamente aporta el hogar. Así como los docentes son calificados, sería altamente positivo hacerlo también con los padres. Por ejemplo si revisan las tareas y las notas. Si permiten televisores en los dormitorios de los niños o los despiertan temprano para evitar los atrasos. Si hay diálogo entre ellos y finalmente si asisten a las reuniones de los consejos.

Si los padres se sinceraran y respondieran verazmente, se obtendría un alto porcentajes de respuestas negativas y saldrían mal parados. Muchos no aportan por desinterés y otros, es cierto, porque ambos trabajan para mejorar los ingresos.

Hoy se han perturbado con "Los derechos de niños" y resulta que algunos padres proponen y los hijos disponen. Se confunde el cariño con lo permisivo, el amor con el consentimiento, el respeto con la reverencia y la libertad con el libertinaje.

Por lo mismo la labor del profesor resulta eficaz. Se ha llegado a extremos que muchos docentes no se atreven a llamar a los padres para conversar sobre la conducta y la aplicación de los educandos, porque estos reaccionan agresivamente.

El profesor es el enemigo del hijo y se afanan por defenderlo. Por eso: sería necesaria saber ¿dónde están los padres en el proceso de educación de sus hijos?

martes, septiembre 05, 2006

Hablemos con nuestros hijos ...


Embarazo juvenil

Ximena Santa Cruz Bolívar
Psicóloga Universidad de Chile

SANTIAGO DE CHILE
Isabel La Católica 3828- LAS CONDES
FONO: 056-02-4187265
La familia y la comunicación familiar

El embarazo en los jóvenes es un tema que preocupa especialmente a las familias ya que les interesa prevenirlo y la mayor parte de los padres no saben cómo enfrentar la sexualidad con sus hijos. Se ha determinado a través de los estudios que el embarazo adolescente está asociado a las dificultades de comunicación y relación afectiva entre padres e hijos.

Considerando que la adolescencia es una etapa de la vida familiar difícil de enfrentar tanto para padres como para los hijos, el tema de la relación y la comunicación padre – hijo es fundamental para prevenir el embarazo de los jóvenes y otros problemas como la drogadicción, el suicidio, o la pertenencia a bandas o grupos violentos.

Es importante señalar que si bien todos estos problemas se previenen cuando existe una buena relación entre padres e hijos, el tema del embarazo adolescente no sólo tienen que ver con las necesidades de afecto y comunicación del joven, sino que se necesita entregar información y formación sobre la sexualidad a los adolescentes.

Es conocido que la mayor parte de las jóvenes se embarazan por que buscan en el “pololo” el afecto y apoyo que no encuentran en su relación familiar, y están dispuestas a entregarse por completo a esta relación sin importar a veces las consecuencias. Cuando no existe buena comunicación familiar para entregar la información adecuada, ni una formación familiar sobre valores frente a la sexualidad, es muy probable que la adolescente termine por embarazarse o en el caso de los hombres, éste deje embarazada a su “polola”. Cuando se habla de información adecuada se entiende: saber cómo se conciben los hijos, y conocer los métodos anticonceptivos, así como saber sobre el cuidado del propio cuerpo y su biología a nivel más general.

A tal punto es importante la relación con la familia que incluso algunas jóvenes buscan embarazarse para lograr salir del hogar paterno a través de una pareja “apurada”. Estos casos son frecuentes cuando hay violencia intrafamiliar, maltrato hacia los hijos, o intervienen nuevas parejas en la relación familiar habiendo a veces una muy mala relación con los hijos. A veces el riesgo de abuso sexual de una joven por parte de algún familiar puede ser el motivo que mueva a la adolescente a intentar embarazarse para salir de la casa.

La mayor parte de las veces los embarazos adolescentes tienen que ver con un problema en la relación familiar o un mal funcionamiento a nivel de la familia y sus integrantes (como por ejemplo problemas de la pareja, problemas entre padres e hijos). Los embarazos accidentales (por falta de información sobre cómo prevenir el embarazo) son mucho menos frecuentes de lo que se piensa. Casi siempre detrás de un embarazo hay algún tipo de problema familiar que se debe resolver y es necesario asumir la responsabilidad de todos antes de culpar al hijo.

En este aspecto son frecuentes los embarazos de jóvenes cuando la pareja (los padres de los jóvenes) han tenido problemas de infidelidad o dificultades entre ellos por el tema de la sexualidad. El embarazo de un hijo adolescente revela a veces temas, que para la familia son tabú, obligándolos a enfrentarlos a través de otra problemática.
¿Cuándo es posible que haya un embarazo adolescente?

Hay que señalar que la mayor parte de los padres no conversa con sus hijos, ni menos habla sobre la prevención del embarazo o los valores familiares frente a la sexualidad. La mayoría se queda tranquilo diciéndole a la niña que se “cuide”, sin explicarle cómo hacerlo y las los hijos hombres se les da más libertad, ya que ellos no son los que deben hacerse cargo directamente de una guagua, si es que de la relación sexual con su “polola”, resultara un embarazo.

Es también importante recordar que se da un trato distinto a jóvenes de acuerdo a su sexo: a las mujeres se les intenta enseñar que “cuiden su virginidad”, se las controla más en sus salidas y pololeos, tratando de restringirles los tiempos a solas con el pololo, a veces se les permite iniciar una vida sexual antes del matrimonio siempre que tomen “precauciones para evitar un embarazo”. En cambio a los varones se les permite llevar una sexualidad más libre, incluso no se les pide mucho, con ellos no se habla de cuidados salvo “preocuparse de con quien se meten”. Por parte de los padres los jóvenes son alentados a tener una vida sexual activa antes del matrimonio, y así demostrar su hombría “hijo de tigre”. A veces las madres, como mujeres, se hacen cargo de prevenir a los hijos para que esta libertad no signifique que se tenga que casar antes de tiempo y alejarlos de su lado (los típicos celos de mamá y futura “suegra”).

Ello tiene consecuencias en la relación de pareja ya que con este tipo de visión, en la mayoría de las ocasiones, es sólo la mujer la que se preocupa de buscar formas de prevenir el embarazo, estando a merced de los chantajes del hombre como “la prueba del amor” o la presión del apuro frente al rato en que pueden estar solos para tener relaciones sexuales. Esto aumenta enormemente la probabilidad de embarazo en las parejas jóvenes.
¿Cómo enfrentar la formación de la sexualidad con los jóvenes?

Los jóvenes aprenden el comportamiento sexual de sus familia ya sea a través de la imitación o la oposición de los padres. Los hijos se fijarán en la forma en que los padres enfrentan la sexualidad y en lo que ellos aceptan o les prohiben, además de la forma en que se visten , cómo hablan de sexualidad o si no hablan nunca de ella, en cómo se relacionan con otras personas (la forma de hablar, moverse y los gestos), entre otras cosas. Esto es especialmente importante en la adolescencia ya que además de los padres están otros modelos que son a veces más fuertes que la familia (los amigos o líderes de grupo), sobre todo cuando la relación con los padres es mala, y es difícil que un hijo quiera imitar a un padre con el cual no se puede relacionar bien.

Este último punto es de gran importancia para los padres, que tienen temor que un grupo de amigos pueda ser “mala influencia” para su hijo. La verdad es que cuando los padres y los hijos se llevan mal es probable que los jóvenes busquen apoyo afectivo en los amigos y acepten hacer cosas (formas de vestirse, modales, forma de hablar) que para la familia son repudiables, pero que son parte de los requisitos para formar parte de algún grupo de adolescentes.

Es muy importante que los padres se preocupen de ser modelos dignos de ser imitados por los hijos, esto significa trabajar para tener con ellos una buena relación, conversar con ellos, entender su punto de vista de las cosas, permitiendo que se den espacios de conversación y diálogo en la familia, sin criticarlos por todo. Esto es fácil de hacer cuando los padres hacen el esfuerzo de acordarse cómo eran ellos cuando jóvenes, y que es lo que necesitaban de sus padres. Este es el primer punto a trabajar para poder establecer una comunicación con los hijos adolescentes. presiones de amigos o otros jóvenes Si un joven se siente querido y aceptado por su familia es más probable que elija seguir el camino que le sugieren los padres y no cederá ante las presiones de los amigos o grupos con los que se relaciona.

Además es importante aprender a pedir ayuda cuando los padres sientan que no saben qué hacer con los adolescentes y requieran entender su forma de actuar. Siempre habrá alguien con experiencia con hijos de ésta edad que pueda recordarnos cómo son los jóvenes.

Un punto muy importante es permitirse como padres compartir las formas de ver la sexualidad entre los adultos y decidir qué cosas se les va a pedir a los hijos: si van a aceptar que los hijos tengan relaciones sexuales pre-matrimoniales, a qué edad y en qué condiciones esperan que sus hijos inicien una vida sexual activa, qué prevención de embarazo les van a sugerir si es que les van a permitir llevar una vida sexual pre-matrimonial, qué reglas y permisos les parecen más adecuadas para velar por que se cumplan estos aspectos.

Una vez llegado a acuerdo se debe conversar con los hijos de estos aspectos y negociar los puntos que puedan ser cambiables ( para los permisos, horarios y reglas más concretas ). Esto es lo más importante que deben hacer los padres para asegurarse de aclarar a sus hijos lo que ellos esperan respecto a la vida sexual de éstos.

Un punto muy importante es que los padres sean coherentes en lo que les piden a los hijos y su modo de vivir a nivel personal. Un padre que sale constantemente y se amanece con sus amistades no puede pedir a un hijo que no salga o si lo hace, no le puede exigir que llegue muy temprano. Un padre así no será un padre digno de ser tomado en serio, y los hijos no lo respetarán, y es probable que se rían de él y no lo respeten por pedir cosas que él no se exige a sí mismo. Otro ejemplo puede ser una madre que se pinta y se arregla coquetamente no le puede pedir a sus hijas que no se pinten y no sean coquetas.

La prevención del embarazo se hace desde que los jóvenes son pequeños, de nada sirve ponerse en campaña a los 14 años, por que si no hay una relación afectiva con los hijos y no es costumbre familiar hablar de las cosas, no se puede hacer apresuradamente y de la noche a la mañana. Esto se sentirá falso e inútil.

Es importante comenzar desde pequeños y mientras más temprano mejor. Con los hijos púberes se puede partir educándolos en una sexualidad responsable. Para ello se puede pedir ayuda a las escuelas, los consultorios, la Fundación de la Familia, o asistir a cualquier curso en que se enseñe a los padres cómo hablar de sexualidad con los hijos.

Si las relaciones familiares son malas (si existe violencia intrafamiliar o se vive peleando)se recomienda pedir apoyo a un psicólogo u orientador familiar, ya que una historia de dificultades padre hijo no es un buen terreno para sembrar un formación sobre sexualidad. En este caso es probable que los hijos tiendan a rebelarse y ser rebeldes, y a veces pueden llegar a hacer lo contrario de lo que se les pide, por rabia hacia los padres.
¿Qué hacer cuando se sospecha que el (los) hijo(s) ya iniciaron una vida sexual activa?

.No es habitual que las familias sepan cuando los hijos adolescentes comienzan a llevar una vida sexual activa. Esto se da solo en familias que tienen muy buena comunicación entre padres e hijos. Incluso en éstas familias si el tema de la sexualidad es poco conversado es probable que a los hijos les dé vergüenza decirles a los padres en su cara que están por iniciar o ya tuvieron su primera relación sexual.

Es importante aprender a distinguir actitudes o formas de vestir o arreglarse que puedan mostrar que los jóvenes se están interesando por el tema sexual que tienen que ver con cambios de aspecto de niño a hombre o mujer (se ven de más edad de un momento a otro) A veces el cambio del color de pelo es signo de un cambio de imagen. En cuanto a actitudes es importante el tratar de tener tiempos para saber cómo están ellos, cómo se sienten, y aunque a veces son muy reservados con su vida de pareja es importante preguntarles por la relación de pareja y observar el nivel de cercanía física con el pololo o polola. Este último punto es interesante de destacar , ya que se puede detectar el nivel de intimidad entre ellos observándolos “casualmente” en sus momentos a solas.

Esto lo saben hacer muy bien todos los padres, que son expertos en entradas equivocadas o preguntas fuera de lugar en momentos en que la pareja está muy apasionada. Es un especie de marcado de cancha que permite el control y detección del grado de intimidad entre los jóvenes. (recordar la graduación de los “encuentros “que describe un conocido personaje de radio muy escuchado por los jóvenes).

En este sentido una vez que se conoce la experiencia de sentir la sexualidad como algo propio, el joven se percibe a sí mismo como una persona distinta y siente que algo ha cambiado en él. Por ello el pedirle que niegue este aspecto nuevo en su vida es difícil, más aún si la primera experiencia sexual fue rica o agradable en algún sentido. Cuando la primera vez ha sido desagradable o dolorosa, llena de culpabilidad, o ha sido forzada en algún sentido,(especialmente en el caso de las niñas) puede haber algún rechazo futuro a tener relaciones sexuales y puede ser menos probable que vuelvan a tener relaciones sexuales por un tiempo.

Lo importante para los padres es asumir que una vez que el hijo ha tenido relaciones sexuales por primeras vez es necesario pensar en algún tipo de prevención del embarazo, sea éste hombre o mujer. Esto es más urgente aún cuando se sospecha que puede haber un poco de presión de la pareja (chantaje como la “prueba del amor”), o presión del grupo por comenzar o mantener una vida sexual activa como si fueran adultos.

La mayoría de los padres tiene claras sospechas de que su hijo o hija ya comienza a tener interés en llegar a algo más que besos y abrazos en el pololeo, pero les cuesta hacerse de la idea que es necesario conversar el tema y ver cómo prevendrían el embarazo. Incluso existen padres que, sabiendo que su hija tiene relaciones sexuales con su pareja no quieren llevarla a la matrona para definir un posible sistema de prevención del embarazo. Esto por que les resulta más fácil hacerse los “lesos” con el tema y sienten que al estar previniendo el embarazo tal vez la pareja se sienta con el permiso de vivir una vida sexual como si fueran una pareja casados. Lo fundamental es prevenir el embarazo por que un joven que ya inició su vida sexual continuará permitiéndose nuevos encuentros sexuales por amor a su pareja, con o sin uso de prevención (preservativos, métodos naturales, hormonas u otro sistema ).

Hay que evitar caer en la ciega creencia de pensar que por que la pareja dice que no va a volver a suceder, ellos lo logren realmente. Jóvenes e impulsivos, románticos y rebeldes, es muy probable que a calor de una discusión con los padres, o una ocasión romántica y especial se entregarán el uno al otro, sin medir las consecuencias.

En este aspecto se recomienda revisar la propia experiencia como joven y los riesgos que se corren por amor. Además el que un hijo comience a vivir una vida sexual activa es hoy parte del crecer, aunque provenga de una familia que espera que ello suceda en el matrimonio y no antes. No es un fracaso de los padres el no poder preservar a una hija o hijo virgen, es parte de la vida y las estadísticas señalan que antes los matrimonios eran muy tempranos(adolescencia), con los consiguientes fracasos por inmadurez de ambos. Hoy en día la edad promedio para casarse ha aumentado a los 25 años, y los jóvenes ensayan varias relaciones de pareja antes de quedarse definitivamente con una. Ello puede implicar experiencias sexuales con más de una pareja antes de estar preparados para casarse y conformar una familia.

Es necesario aceptar que la vida de los hijos les pertenece a ellos y no pueden pensar en evitarles experiencias que para ellos fueron difíciles, o que quisieran haber vivido de otra manera. Hay que recordar además, que casi siempre detrás de un posible embarazo adolescente, hay otras dificultades que pueden estar afectando a la familia y no son observables a primera vista. A veces los celos o problemas entre hermanos pueden llegar a empujar a una de las hermanas o hermanos a embarazarse y volver a recuperar su espacio de atención perdido frente a un hermano menor, u otro hermano más exitoso en los estudios, por ejemplo. También puede haber hijas dispuestas a dejarse embarazar porque así lograrán que sus padres en constante pelea puedan ponerse de acuerdo para enfrentar en común este embarazo no esperado, en la familia.

Por ello es importante ver más allá del caso del hijo, es necesario ver al joven en su familia y con su historia de vida familiar, para entender sus necesidades y poder mejorar la relación con él y la imagen que tiene de si mismo.
¿Cómo enfrentar un embarazo de un hijo sin que sea un trauma familiar?

Es necesario recordar que muchas familias que no tuvieron la oportunidad de prevenir el embarazo de una joven tienen que enfrentar lo que significa una nueva vida familiar con este nuevo ser que se incorporará a la familia. Si bien los varones también sufren las dificultades de ser padres muy tempranamente, por lo general sus familias participan menos del problema y no deben hacerse cargo de la crianza de la guagua. La familia que asuma esta responsabilidad es la que deberá aprender a reorganizarse y a mejorar la relación de modo de prevenir que otro hijo viva la misma experiencia.

El primer paso de los jóvenes es comunicárselo a sus padres, paso muy difícil y que requiere de harto valor de parte de los jóvenes. A veces este paso más tiempo del que se esperaba ya que el susto a la reacción de los padres es tremendo. Algunos padres hasta echan a los hijos de la casa como un castigo a la “deshonra” de haber sido abuelos de madre o padre soltero. Sin embargo esto no es lo más común y la mayor parte de los padres reacciona con rabia y desilusión pero a la larga comienza a aceptar el asunto y a tener que preparar al hjo y la familia para la llegada de un nuevo niño al hogar.

Otro de los pasos importantes a seguir, es dejar de vivir el embarazo adolescente como una vergüenza o fracaso. Es el momento de entender que hay que cambiar el modo de ver las cosas o el sufrimiento y mala relación continuarán como parte de la vida familiar. El nacimiento de un nuevo niño en la familia, puede ser visto como algo hermoso, un desafío que tiene muchos aspectos, y que finalmente traerá alegría a la familia, si es aceptado.

La madre y/o el padre de la guagua deben asumir que el hijo es de ellos y que los abuelos no están a cargo de cuidarlo ni hacerse responsables, salvo frente a necesidades puntuales de estudio o trabajo. En este sentido es importante que los adultos a cargo de los jóvenes conversen entre ellos (ojalá ambas familias se reúnan )y definan una actitud común frente a los hijos: expresarles su apoyo afectivo y práctico, pero sin asumir las responsabilidades por ellos. Es importante además que los jóvenes sepan que se trata de una nueva etapa de la vida en que deberán dejar su espacio de diversión por un tiempo, ya que en los primeros meses y años del niño se requiere de sus cuidados casi a tiempo completo.

No es recomendable que las madres dejen de estudiar, como tampoco lo es el obligar a la pareja a casarse, si es que no lo desean, por que las uniones de personas inmaduras terminan generalmente en separaciones tempranas y problemas de relación a los que no es bueno exponer a los niños pequeños. Es preferible dar un tiempo a los hijos para que vayan madurando al ser padres de su guagua y ahí se definirá cuán estable puede ser la relación de pareja y si están capacitados para además de ser padres, ser una pareja.

Todos además el tener a un nieto en la casa puede ser una hermosa razón para reunificar a familias que tenían poca comunicación, ya que la guagua es un interés común para todos, y permite que se expresen los afectos y el cariño en todos los integrantes de la familia. Es una experiencia que les permite recordar la ternura que cada uno tiene adentro, y acercarse a los demás a través de la estimulación y “chocheo” por el bebé.

Uno de los riesgos en esta etapa de aceptación del nuevo miembro de la familia, pueden ser los celos entre los hermanos, que pueden llevar a veces a que otro de los adolescentes de la familia se sienta desplazado y recurra a un embarazo para recuperar la atención sobre él o ella. Aunque no es tan intencional como se ve cuando se explica aquí, muchos embarazos adolescentes se repiten en la misma familia y ello tiene que ver con el tema de los celos y el no enfrentar los problemas de comunicación y relaciones al interior de la familia, con el resto de los hijos.

Por ello es muy importante enfrentar los problemas de comunicación con toda la familia y así prevenir futuros problemas con los demás hijos. Una familia armónica es la base de un buen desarrollo para los hijos.

viernes, septiembre 01, 2006

La Pastoral del ABS nos extiende una linda invitación ...
















Un campamento en Antofagasta ...



Pastoral de Padres y Apoderados The Antofagsta British School.

PROGRAMA UN TECHO PARA CHILE

“Un Techo Para Chile” es una agrupación sin fines de lucro que, mediante el trabajo de voluntarios, trabaja desde 1997 junto a los pobladores de los campamentos para mejorar su calidad de vida.

Esta institución espera contribuir y comprometer a toda la sociedad con la radicación y erradicación de los campamentos de Chile a través de un trabajo conjunto entre pobladores, voluntarios, empresas y medios de comunicación.

En Chile existen, según las cifras entregadas por el II Catastro Nacional de Campamentos desarrollado por el Centro Investigación Social (CIS) de Un Techo para Chile, 531 campamentos. La de idea es terminar con ellos antes del 2010 cuando celebremos el bicentenario de nuestra patria, y para hacerlo Un techo para Chile ha diseñado un plan de trabajo que busca ofrecer un proceso integral y de ayuda no asistencialista donde la entrega de herramientas y educación se conjuguen en pro de la superación de la extrema pobreza en que viven.

Este trabajo comienza con la mediagua, una solución concreta que permite contar con un lugar íntimo, digno y protegido, desarrollar un espacio para la familia, generar el sentido de propiedad y motivar al ahorro. La mediagua también actúa como un puente de entrada entre el poblador y el resto de la sociedad, ya que en su construcción se reúnen en un mismo espacio la familia del campamento y el voluntario que vive una experiencia fuerte que le permite conocer directamente la pobreza y la urgencia de hacer algo por superarla.

Cooperar con esta hermosa obra es nuestro desafío, por ello queremos invitar a todos los cursos de nuestro colegio a apoyarla participando en la compra de una mediagua y en su posterior instalación, a través de una construcción familiar en la que participa la familia beneficiada y los voluntarios. Son unas horas de hermosa convivencia, de trabajo, de satisfacción por la labor realizada, por el amor entregado, por la esperanza en un futuro más digno.

Sumemos el nombre de nuestro colegio a este bello proyecto, es tu granito de arena para esta gran obra.

Inscríbete con el Delegado de Pastoral de tu curso, te esperamos.

PASTORAL A.B.S