martes, agosto 29, 2006

Entrevista a Pilar Sordo




Pilar Sordo: “Las mujeres se están masculinizando”
La sicóloga y autora del libro “Viva la Diferencia”, cuenta cómo hoy en día la masculinización de las adolescentes chilenas se explica por el miedo que tienen a convetirse en mujeres.

Para muchos, el tema de las diferencias entre hombres y mujeres es un cliché más y de inmediato lo asocian a publicaciones como “Los Hombres son de Marte y las Mujeres de Venus” que, aunque es un best-seller mundial, dista mucho de dar con las verdaderas claves para entender cómo se vive hoy lo femenino y masculino. En el libro “Viva la Diferencia”, la sicóloga Pilar Sordo muestra cómo ciertas características propias de cada género están siendo adoptadas por los jóvenes en forma contradictoria a su naturaleza y cómo, por ejemplo, las mujeres se están masculinizando.

Fue la experiencia lo que motivó a Pilar a sentarse a escribir, ya que, según cuenta, empezó a tomar conciencia que cada vez que una mujer salía de su consulta, “yo tenía súper claro quién era el marido, la madre y los hijos de esa mujer, pero no sabía quién era realmente esa mujer. En cambio, cuando un hombre se iba, tenía clarísimo con quién había hablado”, comenta Pilar, quien estudió el tema durante cuatro años. “Como asesoro a varios colegios y trabajo con mucha gente, al final junté una muestra de cuatro mil personas de distintos sectores sociales, entre los 5 y los 90 años. Empecé a darme cuenta de que lo femenino y lo masculino estaba cambiando”, dice.
Para adentrarse en el mundo juvenil, Pilar decidió investigar en terreno y comenzar a frecuentar discotheques y diferentes “carretes”. Fue así como se encontró con una golpeadora realidad: las adolescentes tenían un drama con ser mujeres. También se encontró con otra preocupante problemática, la moda de hacerse cortes en el cuerpo para así poder expulsar la tensión. “Los cortes tienen que ver con una forma de eliminar angustia. Lo más paradójico es que lo hacen como algo relajante, porque en el fondo no experimentan el dolor del corte hasta mucho después.
Es increíble la cantidad de niñitas que lo hace. Una adolescente me decía que, como no podía llorar, porque eso es de ‘mina’, ella controlaba sus emociones y se las aguantaba. Eso genera paulatinamente angustia. Lo más dramático es que hay niñitas que se han cortado hace seis meses y las mamás no tienen idea”, afirma esta sicóloga de 39 años y madre de dos hijos, de 14 y 11 años.

“Una adolescente me decía que, como no podía llorar, porque eso es de ‘mina’, ella controlaba sus emociones. Eso genera angustia. Lo más dramático es que hay niñitas que se han cortado EL CUERPO hace seis MESES Y LAS MAMÁS NO TIENEN IDEA”.

–¿Por qué una niñita se corta?–Porque está demasiado angustiada y no sabe cómo sacar ese sentimiento. Es como que no tuvieran salida frente a la manera en la que se miran o se reencuentran con la maravilla del ser mujer. Lo más grave es que este tema, como la bulimia, ya está en el disco duro de esa generación. Por otra parte, me impresiona ver la actitud agresiva frente a lo masculino en los talleres de mujeres.

–Es que las generaciones de hombres jóvenes también exigen más y ya no les gusta encontrar a su mujer tejiendo en la casa. –Es que fuimos nosotras las que empezamos a sentir que eso era una estupidez. Lo criticamos desde el mismo género. Todavía una dueña de casa dice que no hace nada. Las mismas mujeres dicen que se “enferman” una vez al mes. ¿Quién se va a querer parecer a una persona que se “enferma” una vez al mes y que más encima la semana antes anda idiota? Si un hombre ve plena a una mujer en la casa, sin quejas ni amarguras, no tiene conflictos, siempre y cuando la pueda mantener. El tema es femenino. De hecho, la anorexia, bulimia y los cortes ocurren mayoritariamente en este género.

–Las mujeres que trabajan tienden a discriminar a las que no lo hacen, cuando éstas las critican, por ejemplo, por dedicarle menos tiempo a los hijos. –Es que te incitan a eso. Creo que la crisis de ser mujer es gigantesca. Hoy no tenemos claro qué se espera de nosotras, si es que nos pongamos silicona, nos hagamos la liposucción, que seamos top, que ganemos plata o qué. No existe esa función tradicional que teníamos y que era la de generar hogar. Ya no hay hogares, hay muchas casas. Uno puede trabajar y generar hogar igual, porque el tema no pasa por ahí. Las mujeres adultas transmiten una gran amargura por el ser mujer, como un gran peso de cargar con la casa y los hijos. Lo que pasa es que las generaciones de jóvenes no quieren copiar el modelo que vieron. El drama lo tiene la generación sobre los 40, que fue la que se dañó demasiado y le transmitió a la de más abajo.

–¿Por qué los trastornos alimenticios, como la bulimia y la anorexia, según lo que explicas en tu libro, tienen que ver con la masculinización de las adolescentes?–Porque no está claro el concepto de lo que es ser mujer; entonces, el control del cuerpo pasa a ser un objetivo más. Esto está asociado al éxito, pensando en que voy a obtener más cosas y mejores posiciones en la medida en que estoy más flaca. También tiene que ver con el cuento de no tener curvas, con el querer ser recta y, por lo tanto, no erotizable. La adolescente hoy prefiere seducir con el busto. Opta por los pantalones anchos y suele ponerse calzoncillos de hombre. El ángulo anoréxico, que es la zona de la cadera, tiene que ver con la sensualidad y lo erótico, y ellas reprimen eso, porque no quieren contactarse con lo sexual.

–¿Cree que ellas quisieran cambiar?– Sí, pero no saben cómo. Están atrapadas en el tema de ser hombres. Como les resulta y son más choras, sufren menos, tienen un dividendo emocional que las tiene complicadas.

–¿Cómo se ven a futuro?– Primero profesionales, arriba de un Peugeot 206, con un traje dos piezas Zara y en el gimnasio. Mucho después, se ven madres.

–¿Esto asusta a los hombres?– Ellos están invalidados y no saben qué hacer con las mujeres. Los solteros que no andan en los pubs cazando mujeres, están encerrados en sus casas o en los gimnasios. No están con mujeres, porque no saben qué darles.

–Hoy en día se habla mucho de la ambigüedad con que los jóvenes enfrentan la sexualidad. ¿Es preocupante eso?– Es un juego, pero les puede traer consecuencias serias. Como ellas se quieren mucho, confunden eso con gustarse. Yo debo atender a unas cinco niñitas de 16 años que se juran lesbianas o “hétero bi”, como le llaman ellas. Muchas toman los modelos que ven en la TV. Por eso, la educación en la casa es clave.

–¿Cómo se ponen límites en una sociedad que es cada vez más permisiva?– Hay que revalidar el concepto de autoridad. Si nosotros no volvemos a mandar en nuestras casas, en vez de que lo hagan nuestros hijos, no hay vuelta atrás.

Catalina Plaza Fotos: Ronny Belmar

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